martes, 10 de junio de 2014

Calambres que vienen y se van (Antoni Daimiel)

Saludos amantes de la canasta,
hoy os presento este artículo de actualidad en la web kiaenzona.com
Daimiel, el gran comunicador y experto en NBA, habla de los calambres y no calambres de Lebron en el primer y segundo partido de estas finales 2014.
Daimiel trata el hecho como casi siempre hace, objetivamente, no se moja, deja pruebas y quiere que sea el lector el que piense.
Pues bien, este es el artículo, con el que conoceremos un poco más de Lebron, sus calambres y su entorno.





No hizo falta más de un partido para que la Final de la NBA 2014 generara una de esas imágenes que se emitirán cientos de veces cuando toque revisar esta revancha entre San Antonio Spurs y Miami. Un momento que a los documentalistas se les quedará en la carpeta de favoritos de sus búsquedas. En aquella velada de un tórrido junio en Texas se marcó como una postal para la posteridad el momento en el que Lebron James sale de la pista portado a hombros, después de sufrir los calambres musculares. Incluso tuvo repercusiones a miles, “lebronings” de gente publicitando la imitación de ese momento en redes sociales como fotos habrá de cuatro anónimos cruzando por el paso de cebra de Abbey Road en fila india.
Ahí queda grabada la imagen; ahora toca exponer las mil palabras para situar las coordenadas y hacer una composición de lugar lo más completa posible de lo ocurrido cuando faltaba algo menos de cuatro minutos para finalizar el partido. Damos el play a la cinta y lo primero que llama a la atención es un hombre, vestido de calle, que salta como una centella del banquillo de los Heat en busca de Lebron cuando queda casi petrificado sobre el parqué. Su nombre es Justin Hamilton, un pívot de 24 años que sólo ha jugado siete partidos de liga regular con Miami y que llegó al equipo gracias a sus buenos números en el equipo afiliado en la Liga de Desarrollo, Sioux Falls Skyforce. ¿Amistad o peloteo? Ni una cosa, ni otra, el motivo por el que Hamilton va en socorro de James es porque adivina sensaciones (dolor, agarrotamiento, falta de energía, confusión) por las que él mismo sufrió no hace demasiado tiempo. Durante parte de su temporada en la NBDL notó que los finales de los partidos se convertían en un calvario: las piernas se le bloqueaban, los músculos se contraían y en un momento perdía todo su combustible. El resultado de ello eran calambres, que cada vez se hacían más y más habituales en noches de partido. Pidió ayuda al equipo y comenzó a ser tratado por el equipo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Dakota del Sur, que tuvo claro desde el principio que la respuesta a ese síntoma estaba en su sudor. Así que Hamilton se sometió a una prueba en la que tuvo andar por una cinta de correr durante hora y media mientras que una almohadilla de gasa con un sello impermeable recogía su sudor para ser posteriormente examinado, referenciando la cantidad y la calidad de líquido drenado y los minerales perdidos.
Los resultados fueron concluyentes, algo parecido a: “Justin, estás soso. Tu cuerpo pierde sal cinco veces más rápido de lo normal”. Por tanto, el remedio era evidente: había que echar mano del salero y aderezar las comidas con una pizca extra del condimento para regular el metabolismo del pívot. También la bebida, puesto que al Gatorade también había que echarle, como diría Celia Cruz, su poquito de sazón. Antes y durante la sesión tiro, el calentamiento; y una y otra vez durante los partidos, Justin Hamilton debía beber Gatorade con sal, cuyo sabor definía con un adjetivo mucho más desagradable que desagradable.
Retomemos conceptos como Lebron James y Gatorade. No era la primera vez que el jugador de los Heat sufría un episodio similar. Ya en el cuarto partido de la Final de 2012 aparecieron los mismos síntomas. El doctor que trató a Hamilton, Michael Bergeron, estaba viendo por televisión el jueves el partido cuando identificó al instante los calambres. Existen dos tipos: uno provocado por el cansancio y la fatiga, que puede ser tratado con hielo y agua; y otro que es por falta de electrolitos. En este último no hay bolsa helada ni bebida energética que lo sofoque, sólo la sal. A pesar de que el equipo médico de los Heat le suministró varias píldoras para sazonar su metabolismo, no fueron suficientes. “Las bebidas psicoactivas no bombean suficiente, ni las danzas agresivas ofrecen lo mejor ti”, cantaban Héroes del Silencio.
A pesar de las imágenes de Lebron hidratándose en el banquillo los calambres nunca se fueron. ¿Y a quién culparon los seguidores de los Heat? A Gatorade, una bebida que oficialmente se presenta como una bebida energética rica en sales, patrocinador oficial de la NBA. La cuenta oficial de twitter de la empresa se llenó de reproches, hasta que el community manager de la cuenta o bien estalló en paciencia rota o encontró en la polémica un reclamo para darse a notar: “La persona que ha sufrido los calambres no es nuestro cliente. Nuestros atletas pueden soportar el calor”. Gatorade es uno de los sponsors más veteranos de la NBA (su logo aparece en todas las ruedas de prensa oficiales), y de hecho Dwyane Wade es una de sus imágenes de marca. Sin embargo, Lebron James decidió firmar un contrato con Powerade el mismo año en el que se presentó al draft. “Estuvimos esperando en la banda, pero él prefiere beber otra cosa”, recordó irónicamente el punzante community manager de Gatorade cuando era aseteado por miles de fans de Miami.
Gatorade es una empresa avispada a la hora de encontrar algún reclamo que bendiga los efectos de su bebida. De hecho, en la famosa noche en la que Michael Jordan jugó con fiebre el quinto partido de la final de 1997, la compañía aireó por tierra, mar y aire, que fue el consumo de Gatorade lo que hizo posible esa actuación tan bárbara del 23 de los Bulls en Salt Lake City. Hasta se rodó un pequeño anuncio sobre aquella noche.
Los últimos vectores que hay que tratar en este asunto son el momento de la aparición de la fatiga muscular en LeBron y el yoga. Según ha publicado esta semana ESPN, James ha jugado 16.640 minutos desde que fichó por la franquicia de Florida, sólo Kevin Durant le supera. El tercer jugador en cuanto a tiempo en la pista es Chris Bosh, que ha jugado 2.200 minutos menos que su compañero de equipo, lo que equivale más o menos a una temporada completa de la NBA para un jugador que promedie 26,8 minutos de pista durante los 82 partidos de la liga regular. Nueve de cada diez médicos consultados opinan que la fatiga llegará y es responsabilidad de LeBron demorarla, al menos en una cita como una final. En cuanto al yoga, se reveló que LeBron había asistido a una sesión a las ocho de la mañana del domingo en el que se jugó el segundo partido de la final. La película “Maléfica” en un cine de San Antonio el sábado por la noche, por la mañana yoga orientado sobre todo a la respiración y 35 puntos por la noche para liderar la victoria de los Heat. Copiosa literatura para que los antiLeBron puedan descargarle de mérito por volver a dominar otro partido en una final.

1 comentario: